ALCATRAZ ATLANTICO

Antes de viajar siempre me informo de los medios de transporte hasta ese lugar, la distancia y el tiempo, investigo donde dormir en la zona (antes cuando trabajaba en hoteles buscaba alguno de la cadena por aquello del ventajosísimo precio de empleado) y evaluo lo que voy a ver allí y sus posibilidades desde el punto de vista fotográfico. Arquitectura, paisaje, fauna, historia o si se trata de lugares icónicos.

Normalmente todo esto lo hago al final del día, cuando estoy en la cama y con el móvil. Decido y saco los billetes de tren o de avion, reservo el hotel, programo la alarma del smartphone y apago la luz. A la mañana siguiente me levanto con media hora de margen para hacer la maleta y preparar el equipo.

Cuando estoy montado en el tren, organizo los tiempos para cada cosa, desde la estación al hotel, el check-in, y la primera excursion o comida con el portatil y, sigo investigando que hacer, o buscando destinos alternativos por si me decepciona el lugar al que voy, cosa que ha sucedido en una o dos ocasiones.

Estoy seguro de que estaréis pensando que para que os cuento todo esto, si la entrada del blog es sobre los alcatraces atlánticos. Pues básicamente, porque llegué a un sitio que solo se ve en el mapa si se amplia mucho la imagen, y de repente me sentí protagonista de un documental de National Geographic. Fue increible. Flamborough. Unas vistas infinitas. Una soledad impactante y sin embargo, reconfortante. Uno de esos lugares que te recargan la batería del alma. Y, sesenta mil pájaros en colonias de alcatraces, frailecillos, pingüinos, gaviotas, .. un paraíso.

Desde entonces deseo volver con alguien para enseñarle el paraíso, pero este maldito virus nos mantiene sin la posibilidad de ir allí, por ser una de las zonas mas castigadas en el noreste de Inglaterra.

Son aves no muy grandes, pero con alas de gran envergadura. Planean y es un espectáculo verlas hacer increibles picados para pescar, llegando a desarrollar velocidades de hasta 100 km/hora. Se crian en colonias, y defienden su nido a muerte. Cuando paseaba por los acantilados veía muchos de sus nidos desde arriba. Si permanecía por algún tiempo para tomar alguna foto uno de ellos despegaba y me sentía vigilado desde el cielo. La mayor parte de su población habita en las costas británicas, especialmente en las escocesas.

Es emocionante sentarte cerca del acantilado y observarlos. Es relajante. Ese día después de una caminata de 25 km., llegue exhausto al Bed and Breakfast, pero no de cansancio, … de felicidad.

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